¿Cuál es el pasado de este lugar donde nos ha plantado el Señor? Un primer dato significativo para nosotros es el hecho de que la ciudad de Chemnitz nació en 1136 con la fundación de un monasterio benedictino. A lo largo de la historia se ha visto abrumada varias veces por acontecimientos que han dejado una huella imborrable en su desarrollo. Vale la pena recordar algunos de ellos, para comprender la situación actual que afecta también a nuestra presencia en este lugar. En 1517 comenzó la Reforma que llevó a la región de Sajonia a convertirse, en 1539, en una denominación evangélica luterana. El luteranismo se convierte por tanto en la religión oficial de la región y, en consecuencia, son prohibidos los miembros de los monasterios e incluso los propios católicos.
El 1799 está marcado por otro momento importante. De hecho, estamos en la era de la industrialización y la ciudad de Chemnitz alcanza la cima de su esplendor, hasta el punto de que se la llama el Manchester de Sajonia. Hay también otro hecho importante vinculado a este desarrollo: la ciudad necesitaba trabajadores y estos llegaron principalmente de Italia y al ser católicos, se convirtieron en la causa del regreso de la Iglesia católica a la ciudad. En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, Chemnitz era una de las ciudades más importantes de Alemania: basta pensar que en 1930 la ciudad prosperaba en todos sus aspectos y contaba con 361.000 habitantes. Lamentablemente este esplendor cesó la noche del 5 de marzo de 1945 cuando la ciudad fue arrasada por los aliados. Al finalizar la guerra comienza una nueva etapa dolorosa caracterizada por el intento de borrar la historia pasada con otra ideología: el comunismo, con el ateísmo muy ligado a él. Para promover esta su nueva identidad, el 10 de mayo de 1953 se cambió el nombre de la propia ciudad: en adelante ya no sería Chemnitz, sino Karl-Marx-Stadt, siendo una ciudad de trabajadores. Este nuevo modelo ha llevado a la gente a vivir en un estado de profunda desolación interna, desorientación y desconfianza. Aunque ya han pasado 35 años de la caída del muro, que como sabemos se produjo el 9 de noviembre de 1989 con el nuevo inicio de la democracia, todavía seguimos percibiendo cómo la ciudad está marcada por la fractura y la desconfianza. Hoy en día en Chemnitz hay un 30% de cristianos que pertenecen a diferentes denominaciones, mientras que todos los demás habitantes todavía esperan una nueva vida en Cristo.
Es precisamente en esta ciudad, que sufre sus profundas heridas interiores, donde el Señor en 2014 condujo la Koinonía Juan Bautista, para preparar el camino a un nuevo pueblo transformado por la Buena Nueva. La nuestra es un “trabajo minucioso” en el que debemos actuar con mucha cautela: no es raro comprobar que caminamos sobre un terreno todavía muy difícil. Por eso tratamos de tejer con paciencia relaciones de confianza y amistad, ayudando así a este pueblo a abrirse poco a poco al Señor. En esta labor pastoral, un elemento muy importante para nosotros es el fuerte ecumenismo, que ayuda a los cristianos de diferentes denominaciones a ser estímulo mutuo y signo de unidad y esperanza.
¿Qué podemos decir después de diez años de presencia aquí? Aún no vemos las multitudes, pero sí las primicias: la primera vocación a la virginidad para el Reino de los Cielos, de nuestra hermana María, que hizo los primeros compromisos durante este aniversario; los primeros miembros de Chemnitz, un matrimonio que se comprometió para siempre con la Koinonía; así como las bodas de plata de una pareja de Hamburgo. Todo esto fue motivo para celebrar la fidelidad del Señor. Además, ver los corazones abiertos: las personas nos piden orar por sus necesidades, aunque ellos mismos no tengan una relación directa con Dios, porque muchas veces ni siquiera están bautizados. Estamos aquí para indicar con nuestra vida a Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida, el único que puede convertirse en fundamento nuevo y seguro para una nueva generación que vislumbra ya un futuro lleno de esperanza.
Irena Kaschura