XI DOMINGO DEL T.O. (B)

Domingo 16 junio 2024
Mc 4,26-34

«Jesús decía: “Así es el reino de Dios: como un hombre que echa semilla en la tierra; duerma o vele, de noche o de día, la semilla germina y crece. Cómo, él mismo no lo sabe.»
(Mc 4,26-27)

Esta sencilla frase del Maestro nos da la idea de la fuerza intrínseca del reino de Dios que, independientemente de nuestro observar o intervenir, crece. Si miramos a nuestro alrededor encontramos que este principio es el mismo de la vida, con su generosidad y espontaneidad; de hecho, el reino de Dios es el reino de la Vida. Basta, como dice Jesús, con echar una semilla en la tierra y nace algo… Sí, porque se necesita una semilla inicial para dar vida a la realidad, sin ella nada nace. Ahora, en otro pasaje del Evangelio, Jesús compara la semilla con la Palabra de Dios. Tiene la virtud intrínseca de ser sencilla, directa y comprensible: Jesús usa parábolas, es decir, ejemplos para hacer el mensaje evangélico más cercano a nuestra realidad. La lectura regular de la Palabra de Dios, solos o en familia, nos hace cada vez más conscientes de las promesas que el Señor nos hace y nos transmite la semilla de la mentalidad del reino de Dios. Y así, poco a poco, espontáneamente, vamos adquiriendo criterios de juicios evangélicos, que rompen las estructuras de la mentalidad del mundo.

No basta por tanto escuchar el evangelio una vez a la semana; conviene leer cotidianamente un pasaje de la Escritura, para dejar que la espontaneidad del Reino trabaje en nosotros. Recordemos lo que dijo Jesús: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4).

p. Giuseppe