XV DOMINGO DEL T.O. (A)

Domingo 16 de Julio de 2023
Mt 13,1-23

«Les hablaba de muchas cosas en parábolas. Y decía: «He aquí que el sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, una parte cayó junto al camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; brotó en seguida, porque el suelo no era profundo; pero cuando salió el sol, se quemó y, al no tener raíces, se secó. Otra parte cayó en las zarzas, y las zarzas crecieron y la ahogaron. Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto: el ciento, el sesenta, el treinta por uno. El que tenga oídos, que oiga'».
(Mt 13,3-9)

El evangelista Mateo cuenta que un día Jesús salió de casa y se sentó junto al mar. La gente se reunió a su alrededor para escucharle, pero debido al gran número de personas que habían acudido, subió a una barca y desde allí enseñó a la gente que se había reunido en la playa. Del contexto casa-mar deducimos que el suceso tuvo lugar en Cafarnaún y que la casa mencionada es la de Pedro. Pues bien, desde la barca Jesús habla a la gente en parábolas, es decir, haciendo comparaciones y semejanzas entre la realidad natural o social y la realidad del Reino de Dios. La parábola famosa de este pasaje evangélico es la del sembrador.

Entre las diferentes interpretaciones de este texto, que ocupa el centro del evangelio de Mateo, podemos considerar la de Birger Gerhardsson, un estudioso que lee esta parábola a la luz del «Shemá Israel», la enseñanza central del Antiguo y del Nuevo Testamento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas«. ( Dt 6, 4-5).

Ahora bien, en la interpretación rabínica común, el corazón representa la pureza de intención, de ahí que la exhortación sea a amar a Dios sin ningún motivo ulterior; el alma es la vida, y en la Biblia la vida es la sangre (cf. Lv 17:11), es decir, amar a Dios hasta dar testimonio con el martirio; la fuerza son las riquezas.

Gerhardsson, aplicando esta interpretación a la parábola del sembrador, distingue dos categorías de personas: por un lado, los que no cumplen las exigencias de «Shemá Israel»: entre ellos, están los que no aman a Dios ni siquiera con todo el corazón (representados por el suelo del camino), los que no le aman con toda el alma (suelo pedregoso) y los que no le aman con todas sus fuerzas, porque las riquezas les ahogan (suelo con zarzas). Por otro lado, están los que cumplen las exigencias de ‘Shemá Israel’: los que aman a Dios al 100%, es decir, con corazón, alma y fuerzas; los que aman a Dios al 60%, con corazón y fuerzas, pero sin llegar a dar la vida; los que aman al Señor al 30%, es decir, con corazón, pero aún sin dar sus riquezas ni su vida misma.

Jesús fue el primero en vivir el «Shemá Israel» al 100%; sigamos pues su ejemplo y no dejemos que la semilla de la Palabra de Dios se desperdicie en la tierra que tenemos dentro, sino que encuentre humus fértil para poder crecer y dar testimonio.

p. Giuseppe